VALOR DEL CAOS

Los jóvenes tienen derecho a conocer la complejidad del mundo que los rodea. En su entorno continuamente se producen hechos y situaciones que no entienden.

El profesor que puede transmitir el valor del caos les enseña a tolerar la incertidumbre y a percibir el desorden como una de las fases esenciales de todo proceso creador. El desorden, la aparente "falta de disciplina", el caos, la confusión son desde un punto de vista tradicional elementos muy negativos para la escuela. Un docente que no sabe imponer su autoridad y mantener en orden y en silencio su clase se considera que es mal profesor, o que tiene un déficit de autoridad, o que carece, incluso, de un proyecto educativo coherente. Esto ha llenado de angustia a más de un docente que cuando no ha podido "mantener el orden" se ha sentido inferior, y tan culpables que a veces no ha podido ni contarlo.

Desgraciadamente, a pesar de que la institución escolar teme al caos, cada vez se producen en la actualidad – dadas las circunstancias sociales y las

características emocionales de los adolescentes - más situaciones caóticas en el desarrollo de la práctica escolar.

Y sin embargo, hay que perder el miedo al caos. Cuando se utiliza una metodología activa se producen también en el aula momentos de desorden. Se les puede pedir a los alumnos que se levanten y muevan las mesas, que se cambien de sitio, que se desplacen todos hacia un lugar, que se levanten a leer una información que aparece en un mural, etc. En estos momentos la clase desde una perspectiva tradicional "es un desastre", pero si el profesor sabe tolerar el caos, sólo tendrá que "dar tiempo" y las cosas volverán a su cauce. Porque el caos significa movimiento, cambio, promesa de algo nuevo; comienzo de un acto de aprendizaje y de creatividad, sustrato indeterminado de todas las energías vitales en potencia.
A menudo es el propio docente el que no puede tolerar el caos y la incertidumbre. En esos casos son corrientes las reacciones autoritarias. Pero lo más efectivo es hacer del desorden una herramienta de trabajo. Si el profesor está atento al emergente del grupo y sabe adónde quiere llegar, y sabe dar el tiempo suficiente, tomará sin dificultad las riendas.

Un recurso efectivo ante el caos es "jugar" con lo que está pasando y exagerarlo. Por la circularidad de los procesos, cuando se permite el desarrollo de una acción, y se da tiempo a que se agote, aparece espontáneamente la opuesta; una vez que se potenció la descarga, viene la serenidad, el momento propicio para pasar a otra fase del proceso.

Un ejemplo de jugar con el caos:

Entra el docente en una de sus clases: ...“los alumnos estaban dando patadas en el suelo. Les pido que se sienten cada uno en su mesa y que con las dos piernas al mismo tiempo den tres patadas, lo más fuerte que puedan. Lo hicieron, entre risas y armando mucho ruido. A continuación, les pidió que hagan lo mismo, pero además de dar patadas en el suelo debían golpear la mesa con las dos manos a la vez, lo más fuerte que pudieran. De modo que tengan que golpear, al mismo tiempo, con los dos pies y las dos manos. Lo hicieron unas tres veces, pues en seguida se cansaron. A continuación fue muy fácil llevarlos a una relajación y, tras esta, dar tranquilamente la clase.”